viernes, 25 de abril de 2014

El gran desarrollo del cerebro de las orcas

Nunca se sabrá qué pasó por la mente de Tilikum cuando acabó con la vida de su entrenadora en un parque acuático de Florida. Este terrible suceso,acontecido ante la mirada del público ha puesto en marcha las mentes de los expertos,para conocer cómo piensa realmente dicho animal.
Ya  hay algunas conclusiones: los resultados de una resonancia magnética han dicho cosas sorprendentes sobre el cerebro de este colosal mamifero marino: tiene un gran intelecto y habilidades de comunicación.
Los investigadores están boquiabiertos. El equipo liderado por el neurocientífico Lori Marino exploró el cerebro de una ballena muerta con una resonancia magnética y encontró en ella un potencial de inteligencia asombroso.
El tamaño del cerebro de una orca  es el segundo mayor entre los mamíferos marinos, y su peso está en torno a los 8 kilógramos. Un gran disco duro en el que almacenar todo tipo de datos, analizar el ambiente en el que se mueven, y hacer funcionar sus células de la memoria. Pero hasta dónde llega su potencial todavía es un reto para la ciencia. 

Su enorme cerebro responde a un gran cuerpo. Es común que animales más grandes tengan también grandes cerebros, pero la inteligencia no siempre tiene que ver con el tamaño de la cabeza. Así, los científicos suelen usar la diferencia de porcentajes entre el cerebro y el cuerpo como una medida aproximada de la inteligencia. Para hacernos una idea, siguiendo esta medida, el cerebro humano es siete veces el tamaño del cuerpo, y el cerebro de las orcas sería sería dos veces y medio ese promedio, siendo similar al de los chimpancés
Pero los científicos piensan que observar sólo la relación cerebro-cuerpo subestima seriamente el poder del pensamiento de los grandes mamíferos marinos. Así, las orcas podrían ser mucho más inteligente que el tamaño de sus cerebros ya sugiere.
Los científicos están tratando de comprender mejor cómo aprenden dialectos locales, se enseñan unos a otros métodos especializados de caza y transmiten comportamientos que duran generaciones, algo en lo que se parecen a los seres humanos.
¿Pero, y su relación con éstos? Las personas no son un objetivo de caza para estos animales, por lo que el episodio ocurrido en SeaWorld y otros similares, hacen sospechar a los científicos que no lleva bien la vida en cautiverio.
Esta idea la refuerza el hecho de no conocerse ataques a personas cuando la orca esta en libertad por lo que los expertos creen que el mayor y más inteligente depredador del mundo, se vuelva hosco y peligroso cuando son capturados y mantenidos durante años en un tanque de agua, aislados de las influencias de una familia extensa. En estas circunstancias, no sería extraño que pudiera ocurrir un encuentro fatal con un ser humano.
"No estoy tratando de adivinar lo que esta en la mente de esta orca (Tilikum) . Pero, sin duda, si estamos hablando acerca de si las orcas tienen los medios y la capacidad cognitiva para intencionalmente golpear a alguien, o para estar enojadas, o para saber realmente lo que están haciendo, yo tendría que decir que la respuesta es sí.-Marino,Emory University en Atlanta."

"Never capture what you can´t control"



                       

Tilikum es una orca sospechosa de al menos tres asesinatos. Pero podría ser también la responsable de llevar a pique a la industria de los parques marinos. Su historia, retratada en el documental ‘Blackfish’, ha desatado una ola de protestas en contra de una industria que mantiene a los cetáceos en cautiverio, poniendo en peligro tanto a cuidadores como animales...


El documental se centra en Tilikum, una orca que se vio involucrada en la muerte de tres personas, y las consecuencias de mantener animales tan grandes e inteligentes en cautiverio. La historia de Tilikum comienza con su captura en la costa de Islandia en 1983, el acoso que sufrió de sus compañeros de cautiverio y las horas que pasó en tanques oscuros, lo que, según Cowperthwaite, contribuyó a su agresividad. Cowperthwaite también cuestiona a SeaWorld, parque temático que asegura que los animales marinos viven más tiempo en cautiverio que en libertad.


                                 
                                  

En este documental lo que quiere darse a ver es la hipocresía que envuelve a esta industria, plagada de imágenes familiares y divertidas para esconder la perversidad de un sistema que se lucra a base de explotar a estos animales.
Pero siempre nos quedaran dudas y preguntas a las cuales necesitamos una respuesta: ¿Qué solución puede reglamentarse para que una estructura cultural-social tan antigua como retener los animales en acuarios mantenga satisfechos tanto a los activistas como al resto de las personas? ¿Acaso una solución posible es agrandar enormemente el tanque  donde nadan las orcas, y concebir leyes justas con la maternidad de las orcas y las condiciones de trabajo de los entrenadores? ¿Debemos prohibir por siempre los acuarios, o esperar a que los gustos cambien y la gente no acuda más a verlo? No lo sé, se supone que este documental nos debe una respuesta o, en su defecto, una aproximación.